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Mostrando las entradas de diciembre, 2006

Regina Angelorum

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Foto en el colegio el día de la Primera Comunión de Cecilia Lamoliatte (de blanco a la izquierda) y de mi hermana Estela (de blanco a la derecha). Yo soy el de la fila de atrás a la izquierda. Buenos Aires, década del 70 Si mal no recuerdo, mi pasaje por el Colegio Labarden en San Isidro no duró más de un año. Una vez que terminé el Primer Grado, surgió un “colegio” para hijos de miembros de la TFP Argentina. Los estudiantes de esta institución nunca fuimos más de 15 o 20 varones a la mañana y unas 10 chicas a la tarde. La idea era cursar las materias normales exigidas por el Ministerio de Educación, pero como el colegio no estaba reconocido por el mismo, teníamos que dar exámenes “libres” a fin de año en un colegio público para que nos den los grados correspondientes. El predio utilizado era un departamento en la planta baja de un edificio ubicado en la calle Juncal, entre Montevideo y Rodríguez Peña. La flamante Directora era Maria Ester (Teté) Amadeo de Ibarguren, tía y madrina mía.

TFP. Algunos Temas de Fondo

El 1ro de Enero de 1951 se publicó el primer número de la revista “Catolicismo”, que durante años sería la publicación oficial de la TFP Brasileña. En esta edición, Plinio Correa de Oliveira publicó un artículo, “La Cruzada del Siglo XX”, en el que se pueden encontrar algunos de los fundamentos sobre los que la TFP inicial basaría su forma de ver al mundo. Transcribo los dos últimos párrafos del artículo: “… lo propio de la Iglesia es producir una cultura y una civilización cristiana. Y producir todos sus frutos en una atmósfera social plenamente católica. El católico debe aspirar a una civilización católica como el hombre encarcelado en un subterráneo desea el aire libre, y el pájaro aprisionado tiene ansias de recuperar los espacios infinitos del cielo.” “Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos hacia la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos hacia la con

Primera Gran Mudanza

Puerto Trinidad, 10 de Octubre 2000 La verdad es que la mudanza ha sido como ordenar los restos de un terremoto. Nunca pensé que se podían acumular tantas cosas en tan poco tiempo. Llevábamos dos años viviendo en el departamento y, a pesar de que era chiquito, ¡qué cantidad de cosas habíamos juntado! Me dio mucha pena dejar el departamentito donde empezamos nuestra vida de casados. Son tantas las cosas vividas ahí que dejé unos lagrimones cuando pasé la escoba por última vez, sin muebles y lleno de recuerdos. Pero ahora estamos en la casa nueva, construida por nosotros con tanta ilusión, y tengo mucho trabajo. Para empezar tengo que coser cortinas, ¡urgente! Las ventanas no tienen persianas y en cuanto sale el sol invade nuestros cuartos. Eso hace que los chicos se despierten a las cinco y media de la mañana... y nosotros junto con ellos. En cada ambiente de la casa hay cajas a medio abrir. Cada vez que necesito algo empiezo a leer las etiquetas para ver en qué caja lo puedo encontrar.

Bibliotecario

Mt. Kisco, Nueva York, 1983 Los libros y yo somos amigos desde la infancia. Mamá siempre cuenta con orgullo que cuando me llevó al Colegio Labardén para anotarme en primer grado, la directora no estaba segura de mis habilidades en materia de lectura, por lo que simplemente me puse a leer la copia de La Nación que estaba en el escritorio. Supongo que eso la convenció que por lo menos en ese frente no iba a tener problemas de aprendizaje. Años después, cuando nos mudamos de La Lucila al departamento de la calle Araoz, me acuerdo de haber leído en muy pocos días un libro de la colección Robin Hood titulado “Cartago en Llamas”. Todavía veo la cara de un soldado romano, con su casco y plumas coloradas, gritando desde la tapa del libro. También en esa época fue que descubrí la inagotable fuente de libros llamada Julio Verne. Cosme y Mario tenían en su casa una colección completa de sus obras. Era una edición vieja, libros de páginas grandes y ya medio amarillentas, texto en dos columnas, y c

Una Tarde en Las Ventas

Madrid, septiembre 1985 Estaba pasando unos días en Madrid, y tuve la suerte de estar para el principio de la temporada taurina. Obviamente, no podía dejar pasar la oportunidad, y tenía que ver una corrida de toros en Las Ventas, la plaza más grande de España. Para suerte mía, era bastante amigote de Ignacio Barandearán, un español miembro de la TFP-Covadonga que había conocido un par de años antes en Brasil. Ignacio era un personaje. Me caía simpático porque era de los que no se tomaba las cosas de la TFP demasiado en serio, y tenía una actitud más bien burlona sobre la vida en general y la TFP en particular. Como era uno de los miembros iniciales de la TFP-Covadonga, se le toleraban esas actitudes, de la misma manera que a mí me toleraban el hecho de ser distinto a los demás por llamarme Beccar Varela. Claro que tolerancia no quería decir aceptación, por lo que gente como Ignacio y yo, vivía al mismo tiempo dentro y fuera de la TFP. Una situación medio esquizofrénica, pero real y que

Noche de Terror

Colonia del Sacramento, mayo 1996 En abril se casó mi prima Magdalena y en la fiesta conocí a Sebastián. Había ido acompañando a Ana, amiga de la novia, y me rescató gentilmente de los brazos de un cordobés pasado de copas quien había decidido acaparar mi atención durante el baile. Conversamos mucho en el jardín de la quinta de los Bosch en el Tigre, y hablando de todo un poco le conté que nunca había ido a Colonia. A los pocos días me llamó para invitarme a ir con él, por el día, el Primero de Mayo. Él vivía en Adrogué y yo en San Isidro, así que acordamos encontrarnos en Retiro muy temprano a la mañana para tomar el Buquebus a Colonia. Al alba, literalmente, nos encontramos y para mi sorpresa (sería la primera de una jornada de bajo presupuesto) en vez de ir en taxi o colectivo fuimos caminando hasta la terminal del barco. Sacamos los pasajes y nos embarcamos. Caminábamos por la cubierta y me di cuenta que él era bastante más bajo que yo. En la fiesta lo había atribuido al hecho de