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Mostrando las entradas de agosto, 2008

El corazón y el esqueleto según San Pablo

El Domingo pasado probé una iglesia nueva. No una religión nueva (¡no se alarmen!), pero me cansé del cura con pelo teñido y cuya cara bronceada en medio de la lluvia y nubosidad de Portland delataba a un frecuentador de la pantalla solar. Desde que había empezado a ir a la parroquia de San Antonio de Padua en Tigard, alternaban las misas dominicales el párroco (descripto más arriba) y un cura hindú que realmente hablaba bien y cuyo respeto por la liturgia era bienvenido. Durante meses jugué a la ruleta rusa, ya que nunca sabía que cura me iba a tocar. Si me tocaba el hindú podía relajarme y las posibilidades de una misa con cierta espiritualidad y recogimiento eran grandes. Si me tocaba el párroco, me tendría que “bancar” la hora siguiente para no escandalizar a mis hijos, ya que lo que realmente tenía ganas de hacer era irme a otra parte y dejar a este cura-showman haciendo lo suyo sin mi presencia. Pero no se puede. Finalmente, poco antes de mi viaje a Argentina en Julio, el hindú

Tradición Familia Propiedad

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En la TFP nos encantaba la tradición. De los tres “valores imperecederos de la Civilización Cristiana” que supuestamente defendíamos, la tradición era ciertamente el más querido. No se podía pasar mucho tiempo en una sede de la TFP sin darse cuenta que nos sentíamos más cómodos en el pasado. Autodefinidos como “cruzados del siglo XX”, desde la decoración de la casa hasta la ropa que usábamos dejaba claro nuestro desdén por lo moderno, sea en su versión herética condenada por San Pio X (el modernismo) o en su versión diaria que nos agredía a diario con inmoralidad, socialismo, modas, progresismo, pelo largo, relativismo, superficialidad, y tanta otra cosa que andaba suelta por ahí. No nos autoproclamábamos “tradicionalistas” porque había más de uno que así lo hacía, y lejos estábamos nosotros de asociarnos, aunque sea de nombre, con algún “falsa derecha”. Lefevristas, nacionalistas, sede-vacantistas o cualquier otro que integrase (o peor aún, liderase) un movimiento de derecha era p