911

Yucaipa, 30 de Julio 2005

Yo estaba escribiendo recuerdos en la computadora y los chicos, un poco aburridos corrían y jugaban por la casa. Eran las 4 de la tarde. En eso sonó el teléfono y Victoria (que tiene 7 años) lo atendió, segundos después me lo pasó a mí... “no sé quién llama”... “did you call 911 m´am?” En ese instante un flash de entendimiento brilló en mi mente. Me dirigí a la cocina, teléfono en mano, para preguntarle a Victoria si ella había llamado... La sonrisita mal disimulada me confirmó la travesura infantil... Le pedí mil disculpas a la recepcionista, quien a pesar de todo tomó mi nombre completo.

Diez minutos después, yo estaba tomando un vaso de agua sentada en el sillón del living y contemplando las rosas por la ventana, cuando sonó el timbre. Nicolás corrió a la puerta diciendo “papá!!” Como Alfonso se fue a trabajar todo el día los chicos lo extrañaban. Fui a abrir la puerta... y me encontré con una mujer policía y su asistente. Ella usaba anteojos negros que no se sacó mientras habló conmigo. El cinturón lleno de artefactos para combatir el crimen. Los invité a pasar mientras mi mente funcionaba a mil por hora... “y ahora qué?”... “habrán venido a confirmar que no abuso de mis hijos y ellos llamaron a la policía a escondidas?”... “cómo salgo de esta?”...

Me paré al pie de la escalera y la llamé a Victoria que estaba en su cuarto. Mi tono era medio en serio, medio divertida.. Pero la actitud de la mujer no era nada distendida y me empecé a poner nerviosa. Victoria bajaba la escalera, y vio a la mujer parada junto a mí. “Did you play on the phone?”… “yes”... “Do you know when you must call 911?”...”yes, emergencies”... Ahí Vic captó también qué seria era la situación y le empezó a temblar el mentón. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo grande por no llorar. Temblaba, pero sus ojazos azules miraban de frente a la mujer y contestaba sin titubear. Yo estaba enternecida y no le sacaba los ojos de encima. Me di cuenta de que mi gesto podría interpretarse como control a la distancia así que retrocedí un par de pasos dejando a mi avergonzada hija enfrentando la situación. En eso Alfonsito hizo su aparición en el living con su sonrisa dulce habitual y viendo que la puerta de entrada había quedado abierta salió a la calle. Yo salí detrás de él... Confieso que ver el auto de la Police estacionado enfrente a mi casa no era muy agradable. Al entrar otra vez escuché cómo la policía le explicaba a Victoria que había gente que realmente podía necesitarlos y que no estaba bien jugar con el TE de emergencias, y que de hecho no tenía que jugar con el TE, period”

A esta altura el asistente de la mujer policía, que nunca se sacó los antojos oscuros, hacía esfuerzos para disimular la sonrisa. Nicolás lo espiaba por arriba del respaldo del sillón. Victoria ya casi no podía contener las lágrimas y la mujer seguía impertérrita. Les agradecí que hubieran venido a confirmar que todo estuviera bien y les pedí disculpas otra vez.

Cerré la puerta y fui a abrazar a mi hijita que lloraba ya sin ningún disimulo. La vergüenza y el miedo se fueron canalizando en lágrimas mientras se abrazaba a mí. Nicolás quiso unirse al abrazo (para no ser menos) y Alfonsito me tironeaba de la mano para que también lo atendiera a él...

Pobre Vic... tengo la impresión de que nunca más va a jugar con el TE... y yo espero que no me llegue una factura por gastos innecesarios ocasionados al Departamento de Policía!!!

Dolores

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