Con un Guerrillero Afgano en la Estatua de la Libertad

New York, 1982

Era una mañana soleada en New York City cuando algunos miembros de la TFP norteamericana entre los que me encontraba, nos subimos a un ferry y fuimos hasta la isla donde se encuentra la famosa Estatua de la Libertad. No estábamos en un viaje turístico, pese a que la vista de la ciudad es realmente magnífica, dominada en aquel entonces por las famosas Torres Gemelas, a menos de cinco kilómetros de distancia.

Dudo que veinte años después el acto al que nos dirigíamos hubiera sido posible. El orador era un guerrillero afgano que nos habló en un inglés bastante bueno sobre el sufrimiento de su país, con especial énfasis en las minas explosivas que los rusos desparramaban por todas partes, muchas de ellas con forma de juguetes para matar chicos y a sus padres. Puedo decir también que hoy por hoy, con todo lo que pasó, gran parte de la audiencia tampoco hubiera circulado con tanta libertad y desparpajo por Nueva York o cualquier otra ciudad americana: Había muchos árabes y musulmanes, palestinos, imanes y mujeres con velos. Carteles escritos en caracteres arábigos le daban al acto un tinte definitivamente musulmán.

Hoy me pregunto que habrá sido de la vida de este guerrillero, y de que lado habrá quedado si es que sobrevivió la invasión rusa. Con la barba habitual, turbante y esa camisola que usan muchos musulmanes, era la perfecta imagen de lo que hoy por hoy puede ser un Talibán. Ciertamente un musulmán convencido que estaba en Estados Unidos juntado apoyo para la guerra que estaban luchando contra los invasores rusos, que como tantos otros, habían invadido Afganistán hacía menos de dos años. No me sorprendería que hubiese luchado con los Talilbanes contra los americanos en 2001, y, porque no, puede ser que esté encerrado en Guantánamo como simpatizante de Al-Quaeda... Pero por lo poco que sé de Afganistán, puede también haber luchado contra los Talibanes junto a la Alianza del Norte. O que sé yo... la verdad que no me importa mucho que le pasó.

Pero lo que nos interesaba a nosotros en aquel entonces, al mejor estilo de la época de la guerra fría, era que los enemigos de mis enemigos son mis amigos. La TFP estaba presente con sus estandartes colorados y pancartas, no para apoyar al fundamentalismo islámico, naturalmente, sino para dar un golpe más en la lucha anticomunista. Y no estábamos solos en eso. El gobierno de Reagan les regalaba armas a montones, incluyendo los misiles Stinger que finalmente le hizo la vida a los rusos demasiado difícil, obligándolos a retirarse.

Pero no sólo estábamos ahí apoyando la gesta anti-soviética de los afganos, sino que en el grupo se habló mucho, y de manera elogiosa, “de los afganos y los quirguices”. Me acuerdo de una foto en blanco y negro de un grupo de guerrilleros afganos, barbudos y con una gran cantidad de armas por cabeza, mirando desafiantes a la cámara. Esta foto fue comentada por el Dr. Plinio en una de las semanales “Reuniones de Recortes” como un ejemplo de un pueblo que – ¡gracias a Dios! – aún no había sido contaminado por la debilidad y decadencia occidentales. En el fondo eran modelos a ser tenidos en cuenta, al menos en lo que hace a un estilo de vida más puro. Pero bueno, supongo que es trampa hablar de estas cosas con una perspectiva de veinte años... Me pregunto que comentarios se hubieran hecho en la “Reunión de Recortes” del sábado siguiente a los atentados contra las Torres Gemelas. ¡No me los hubiera perdido por nada!

Alfonso

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