Fernanda

Buenos Aires, 1983-1997

En el colegio nos daban bastante libertad en algunos puntos para ser consecuentes con la prédica constante de la “libertad responsable”. Así es que durante los tres últimos años del secundario me senté junto a Valeria, teniendo a Fernanda y a Victoria en el banco de atrás. Si bien los padres de Fernanda conocían bien a los míos, como vivíamos lejos una de la otra(ella en Belgrano y yo en San Isidro) nunca hicimos muchos planes fuera del colegio y no fuimos muy amigas. Me acuerdo que un día estando en un recreo, iniciamos una de nuestras divertidísimas y siempre condenadas “guerras”. En medio del fragor de la batalla, Fernanda trataba de leer (o dibujar, no me acuerdo) y una escuadra de madera, de esas que se usan para hacer ejercicios de geometría en el pizarrón le cayó de punta en la cabeza... y se quedó clavada!!!!! A la pobre le tuvieron que dar un par de puntos para cerrar el agujero.

Terminado el colegio emprendimos el camino a la Universidad. Yo elegí la carrera de Filosofía y ella la de Bellas Artes. Y a partir de ahí nuestra amistad empezó a ser más profunda. Siempre me gustó visitar su Facultad, verla trabajar, mirar los trabajos de sus compañeros... un día la agarré del brazo incrédula a lo que veían mis ojos... estaban baldeando con agua y detergente el piso de parquet!!! Ella estudiaba en la Escuela Prilidiano Pueyrredòn que está sobre la calle Las Heras, una casona que debe de haber sido es-pec-ta-cu-lar! Y ahora sus elegantes pisos (seguramente importados al igual que los herrajes de las ventanas que eran franceses y la boiserie....) eran maltratados de esa manera tan horrible! Y aunque el arte siempre me gustó, su clase de dibujo no... no tenía nada que ver con los desnudos (tema que nunca me molestó, hasta el punto de que al visitar el Getty Museum lo único que compré fue una postal de la escultura de “Venus” y si hubiera podido me compraba la misma escultura para poner en mi casa!) El problema con esos dibujos era que eran obsenos, y no me parecieron lindos. Lo discutimos con Fer por días...

Cuando terminó ahí (con notas más que sobresalientes... as usual) siguió estudiando en la Escuela de La Carcova, para avanzar sobre la escultura, después de haberle dado al dibujo cinco largos años. El ambiente de La Carcova era diferente, muy bohemio, al final de la Costanera Sur, frío y húmedo. Las veces que la fui a visitar pasé horas mirando y mirando a los estudiantes trabajar y aprendí a disfrutar la escultura moderna. Una vez Fernanda inició un proyecto que yo llamaba “la versión moderna de la Victoria de Samotracia”. A raíz de haber tenido un accidente esquiando, tuvo que usar yeso y muletas durante varios meses. Y le quedó un ansia de libertad tal que se plasmó en una escultura. Era casi de tamaño natural, hecha en resina, de un cuerpo de mujer de pie con la cabeza y brazos echados para atrás como si estuviera por levantar vuelo. Era grande, linda, fuerte, libre!!!

Fui a todas las exposiciones que organizó con sus amigas de la Facultad: en La Facultad del Museo (se llamaba así ese lugar? No me acuerdo...) expuso unas figuritas de cera y alambre; en un concurso (en el que le dieron el primer premio) presentó una escultura tallada en madera de una mujer sentada que se tapaba la cara ocultando sus lágrimas; en la expo que organizó la Universidad Austral expuso lo que a mí más me gustaba: un bajorrelieve en yeso, de un torso de hombre (muy, muy, muy lindo).

Yo podía pasarme horas y días mirándola trabajar la arcilla con sus manos... concentrada y en silencio (de vez en cuando algún comentario para que yo no me aburriera) se sacaba un mechón de pelo que le caía sobre la cara con un soplido fuerte; y se limpiaba las manos en su delantal sucio de arcilla que su madre luchaba por mantener limpio a fuerza de reiterados lavados...

Terminada la primera parte de mi carrera, llegó el momento de hacer la tesis de Licenciatura y como no encontraba en la Residencia donde vivía la tranquilidad suficiente para estudiar, ella me dio las llaves de su casa (todavía vivía con sus padres, pero sus hermanos ya estaban todos casados) para que fuera a usar su escritorio. Allí digerí los tres volúmenes que componen la obra de Jürguen Habermas “Teoría de la acción comunicativa”. Cuando volvía de La Escuela nos quedábamos tomando una taza de té y conversando por horas... juntas analizamos y resolvimos los problemas del mundo, los nuestros y los de nuestras familias. Nunca temas frívolos.. siempre íbamos a por más...

Cuando encontró a SU hombre me puse muy contenta. Se merecía tener alguien bueno a su lado... nunca la vi tan contenta, segura y en paz consigo misma. Pero los días duros estaban a la vuelta de la esquina y nos agarraron a las dos juntas. Su íntima amiga (compañera mía de colegio también) Victoria se enfermó de cáncer y Fer la acompañó a Houston (Texas, USA) para hacerse un tratamiento. Pero al mismo tiempo que la enfermedad avanzaba y las esperanzas retrocedían, yo fui diagnosticada con “crisis depresiva”. Pero ella estaba luchando la guerra de la supervivencia de Toy, así que no me acerqué mucho, para no restarle la energía que necesitaba. Y cuando ella venía a mí (como en otros tiempos había hecho) en busca de sostén y consuelo, a veces no encontraba lo que necesitaba... Un día (y este tema da para varios artículos más) resolví cambiar mi estilo de vida, dejar el Opus Dei, y encarar la causa de lo que me tenía mortalmente debilitada para ponerle solución. A Fernanda no le gustó...era un nuevo sacudón a la estantería de su vida.

El 15 de marzo se murió Toy. Todas estábamos muy dolidas. Verla dejar este mundo, despedirse de su marido y de sus dos hijos chiquititos, no fue nada fácil para Fer... Y estaba desbastada!! No fue fácil acercarme para brindarle un poco de consuelo... y en eso estábamos cuando conocí a Alfonso y me embarqué en un noviazgo corto, intenso y prometedor, al que le dediqué mi tiempo y todas mis energías.

Estábamos las dos heridas, no supimos ayudarnos mutuamente y nos fuimos distanciando cada día un poquito más. Hasta que anuncié mi casamiento. Por conveniencias laborales de ambos, disponibilidad de la Iglesia y una lista de innumerables razones, pusimos el 15 de marzo como fecha (sin darme cuenta al principio de que coincidía con el primer aniversario de la muerte de Toy!!) Fer lo tomó como una afrenta personal, se enfureció, rechazó mi pedido de ser la testigo del casamiento civil y descargó su amargura poniendo a todas las demás chicas de nuestra clase en mi contra. Hasta tal punto que seis meses antes de la fecha me comunicaron que ninguna iría a mi casamiento. Las cosas se salieron de control... Un día una prima de Alfonso me contó que había ido a un té con sus compañeras de colegio y ahí una de MIS compañeras (algunas de ellas en la foto, años después) había estado repartiendo el chisme de “la guacha que se casaba el día del aniversario de la muerte de su amiga”!!! Y uno de mis hermanos (6 años menor que yo) en un asado recibió la amable pregunta de la novia de uno de sus amigos “así que sos el hermano de esa h.. de p...?” (o palabras similares.. si me equivoco Marco me corregirá).

Yo estaba tan dolida que nunca más pude llamarla para compartir con quien fuera mi más entrañable amiga los momentos lindísimos del casamiento, inicio de mi vida matrimonial y nacimiento de mi primer hijo (que por esas cosas de la vida, por ejemplo el nombre de mi padre, terminó llamándose “Victoria”). Ella no me mandó la participación para su casamiento y nunca hicimos el intento de tender un puente para superar el abismo que nos separaba.

Realmente extraño los momentos que pasamos. Ella dejó una huella en mi vida que no tengo ninguna intención de borrar. A veces me descubro pensando en cómo me gustaría compartir algo nuevo con ella (por ejemplo cuando compré el primer CD de Josh Groban! Lindísimo!!) Espero que sea feliz, esté donde esté...

Yo he podido encontrar en Laurie el mismo tipo de amistad que teníamos con Fernanda, con la diferencia que tanto ella como yo ya somos mujeres maduras y tenemos más herramientas para enfrentar los problemas que la vida nos ponga delante. Pero mi nueva amiga es para mí, lo que fue la anterior, mi confidente, mi soporte en los momentos malos, mi compañera de los buenos momentos (sea que estemos físicamente cerca o con la cercanía de la Internet!!), la tía de mis hijos... mi hermana del alma!!! Y sé que en este caso, nos esperan muchos años de amistad por delante... Pero cómo conocí a Laurie es para otro artículo.

Dolores

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tradición Familia Propiedad

¡Praesto Sum! (I)

Plinio Correa de Oliveira