Mi encuentro con Juan Pablo II, el Grande

Buenos Aires, abril 1988

Cuando se anunció oficialmente la visita de Su Santidad Juan Pablo II a la Argentina, inmediatamente todas las que vivíamos en Sur (Residencia Universitaria del Opus Dei) empezamos a hacer planes para estar cerca del Papa y para acercar a nuestras amigas con nosotras. Pero un día nos sorprendió la noticia de que la Residencia iba a organizar un coro para cantarle, de ser posible, en los jardines de la Nunciatura apostólica. No tengo idea de dónde salieron dos señoras polacas que nos iban a preparar. Una de ellas, la más joven pero de unos 60 años, se llamaba Marila. Ella iba a dirigir el coro. La otra, de unos 70 años pasaditos, era pianista y nos enseñó la música y nos corregía la pronunciación. Anna – ese era su nombre – era pianista y había sido deportada a Rusia en tiempos de la ocupación de Polonia. Ahí, había aprendido a leer y escribir el ruso comparando las letras de los diarios que usaban para envolver las manzanas en el campo de trabajo donde ella estaba destinada. Entre las dos habían elegido una canción que es el primer documento escrito que se conservaba en la lengua polaca. Provenía de la tardía Edad Media (o eso me parece recordar) y era un canto dedicado a la Virgen María que los soldados polacos acostumbraban cantar cuando iban a la guerra.

Todavía recuerdo la melodía y partes de la letra, pero nunca aprendí a escribirla, solo a pronunciarla, así que no lo puedo transcribir. Pero es una música suave, con palabras de sonido fuerte y tierno a la vez. ¡Aprender a pronunciarlo correctamente nos costó muchísimo! El polaco tiene tantos sonidos que no usamos en castellano que la lengua se nos trababa, y cuando una lo conseguía decir bien, ¡la de al lado no! Durante 2 o 3 meses ensayamos todos los sábados. Imelda Bertolacci, estudiante de Filosofía en mi misma Universidad pero unos años mayor, llevaba el violín y acompañaba nuestro canto cuando a causa del calor no podíamos ensayar adentro y salíamos al jardín (donde obviamente no trasladábamos el piano). Junto con esta canción polaca practicamos dos o tres más en castellano por si acaso se daba la oportunidad de cantar algo más al Papa.

Llegó el Papa a Buenos Aires y todas empezamos a correr para seguirlo a todas partes. Y un día nos confirmaron que íbamos a ser recibidas por Su Santidad en los jardines de la Sede del Nuncio. Como iba a haber otro grupo coral teníamos que ser muy puntuales, rápidas y discretas.

Éramos unas 90 mujeres jóvenes, todas nerviosas y engalanadas, quienes nos encontramos en la entrada de los jardines por la calle Posadas. Eran las 6:30 de la mañana. Recorrimos los jardines ascendientes hacia la terraza de la casa. Nos colocaron al pie de una de las escalinatas de acceso y el otro grupo coral en la otra escalinata. Hacía frió. En eso el Papa apareció y se dirigió al grupo del otro lado. Se nos acercó uno de los miembros de la seguridad y nos dijo que habían cambiado los planes y que no nos podría oír a nosotras. Los otros terminaron su canción, el Papa los saludó y empezó a subir la escalera a la terraza. En eso el guardia se dio vuelta y nos dijo en italiano que empezáramos a cantar. Habíamos perdido la formación según los registros de las voces, y estábamos muy desorganizadas. Así y todo Malé, que era la directora vocal y traductora de francés, subió un escalón y empezó con fuerza “Bogurroshitza...” (obviamente sonaba así pero no es como se escribe en polaco) y las 90 a una sola voz nos unimos “Shevitza.... boguiem slaviena... Maria!!” Las voces salieron fuertes, limpias, unidas, como la voz de un perfecto ejército femeninas... El Papa detuvo su ascenso e inmediatamente Don Stanislao (su secretario privado) se acercó para decirle quiénes éramos y qué hacíamos ahí. Su Santidad con la mano en la baranda giró y nos empezó a mirar una a una. Nosotras seguíamos cantando. Bajó un escalón y luego otro y otro... Hasta quedar un escalón arriba de nuestra directora. En eso levantó la mano y la apoyó en la cabeza de Malé que no movió ni un músculo de la cara. Mi mirada se cruzó con la de Juan Pablo II, seguramente fue una fracción de segundo, pero una comunicación íntima y profunda tuvo lugar. Con sus ojos me pidió más fidelidad a Dios y con los ojos le dije que “sí”. Quizá suena a pura imaginación mía, pero solo en mi alma y de una manera que no puedo expresar con palabras yo sentí una fuerza muy grande que me empujaba a ser mejor.

Terminamos nuestra canción y el Malé le besó la mano. Inmediatamente Marila se echó a sus pies y el Papa la ayudó a levantarse. Hablaron en polaco y ella le explicó que nos había preparado a lo que el Papa le contestó que la felicitaba porque nuestra pronunciación era impecable. Acto seguido empezó a saludar a las que estaban en primera línea y todas trataban de decirle algo personal. Cuando llegó a Adela, que tenía su guitarra para acompañar las otras canciones que habíamos ensayado, el Papa le dijo que con esa guitarra alegraba la vida de los demás y le bendijo la guitarra. Nos saludó con la mano y subió la escalera.

El mismo guardia que nos había impulsado a cantar ahora se nos paró adelante y nos dijo “¡stop!”. Y ahí nos quedamos como estatuas. Adela empezó a tocar los acordes de “La Morenita” y todas empezamos a cantar otra vez. “La Morenita” es una canción de amor mejicana, que desde las épocas en que San Josemaría Escrivá de Balaguer fue a Méjico, los miembros de la Obra la cantan en honor de la Virgen de Guadalupe, que es bastante “morenita”. Y desde que Carol Woltyla fue elegido Papa, a lo largo y lo ancho del mundo se la cantaban dedicándosela a la Virgen de Chestokowa.

El Papa seguía saludándonos con la mano y entró en la casa. Nosotras volvimos por el jardín a la calle Posadas. Todas en silencio. En la vereda empezamos a hablar todas al mismo tiempo. Se imaginan?????

Ya en el colectivo yo pensaba “si la mirada de este hombre santo tiene tanto poder espiritual... lo que sería la mirada directa de Jesús...”

Dolores

Comentarios

Unknown dijo…
No lo puedo creer! Yo fui una de las noventa! Y como no me acordaba la palabra en polaco puse bogurroshitza y apareció tu voz! Increíble tu descripción! Fue así! Tal cual! Gracias! Gracias! Gracias!

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