TFP, UNTAG, SWAPO, UNITA, FNLA, SADF y ANC

Namibia, octubre de 1989

¿Será que puedo usar tantas iniciales en un solo párrafo? Tratemos.

Desde 1976 hasta 1989 la SADF (South African Defence Force) hizo incursiones y luchó en Angola para defender a UNITA (Uniao Nacional para a Independencia Total de Angola) en su lucha para sacar del poder a los marxistas del FNLA (Frente Nacional para a Liberacao de Angola) que a su vez apoyaban a un grupo de independencia negro de orientación marxista también conocido como SWAPO (South West Africa People´s Organization) que hacían causa común con el ANC (African National Congress) en sus esfuerzos para sacar a los blancos del poder de África del Sur y Namibia, administrada como un protectorado por los sudafricanos desde 1918. La UNTAG (United Nations Transitional Advisory Group) aterrizó en este caos para asegurarse que las primeras elecciones en Namibia fueren todo lo libres que pudiesen ser dadas las circunstancias. En este contexto la TFP en Sudáfrica publicó un librito en contra de la SWAPO que se imprimó en varios idiomas y varias versiones y tuvo gran circulación en Namibia gracias al apoyo de muchos personajes influyentes tanto en Namibia como en África del Sur. ¡Ahí esta! Un poco largo y confuso, pero la verdad es que la realidad del sub-continente africano en aquel entonces (como aún lo es hoy) era también confusa.

Yo ya estaba en Sudáfrica hacía cinco años, años que fueron de los más interesantes y tal vez fructíferos (o así nos parecían) de toda mi experiencia TFPiana. Cómo llegué ahí y a que nos dedicábamos serán objeto de futuros artículos. Baste decir que mi estadía en África del Sur prolongó por muchos años mi “vida útil” dentro de la TFP, ya que encontré un lugar donde podía aún conciliar mi inercia de pertenecer a esta organización en la que mis padres me habían colocado de chico y las crecientes inquietudes que eventualmente me llevarían a dejar “el grupo” y encarar una vida propia. Pero ese también es otro tema.

Lo que nos interesa ahora es que con la elección en Namibia en puertas, organizamos un viaje para contactar una vez más nuestra extensa red de contactos en aquel país. Con una camioneta Toyota 4x4 prestada por un tal Chris Jordaan, un ministro calvinista que tuvo un papel importante en la financiación y expansión de la TFP sudafricana, salieron rumbo a Windhoek, la capital, Bernard Tuffin “nuestro hombre en Sudáfrica” (y por aquel entonces prácticamente nuestro único sudafricano) y Juliernes Manzi (¡si, el mismo Juliernes de San Antonio, TX!). Yo volaría unas semanas más tarde para reemplazar a Juliernes como compañero de Bernard y viajar con él hacia el norte de Namibia.

Windhoek es una ciudad chica, naturalmente, que aún lucía algunos atisbos de la influencia colonial alemana. Vivíamos en uno de los hoteles más importantes, el Hotel Safari, propiedad de un portugués emigrado de algunas de las ex colonias, que como buen portugués tenía un gran ojo para los negocios y le había ido muy bien en su nueva vida. El hotel estaba obviamente relleno de todo tipo de gente, entre funcionarios de la ONU, periodistas, observadores de todo tipo e inclinación ideológica (como nosotros, entre otros), que habían descendido a Windhoek para presenciar los acontecimientos.

Pasamos un par de días en Windhoek hablando con varios locales (en su gran mayoría blancos, naturalmente) sobre que les depararía el destino que venía de la mano de las elecciones y el retiro de las tropas sudafricanas. En general había un espíritu optimista que se negaba a aceptar que en Namibia pasaría lo mismo que en otras ex-colonias europeas en África. Había gran fe en las posibilidades de la DTA (Democratic Turnhalle Alliance), que era el partido que se estaba enfrentando a SWAPO en las elecciones, y que eventualmente sacó un pequeño porcentaje de votos. Pero todo eso estaba en el futuro. Naturalmente recogíamos muchos agradecimientos por todos nuestros esfuerzos en la guerra ideológica anti-comunista y anti-SWAPO que habíamos hecho por tantos años, agradecimientos que siempre era agradable oír y generalmente se traducían en algún tipo de ayuda económica para la TFP.

Finalmente encaramos rumbo al norte. Manejamos primero hasta Grootfontein que estaba en el límite de la zona que pertenecía a estancieros blancos. Cualquier semejanza con estancias argentinas es pura coincidencia. Al menos con estancias de la pampa húmeda. El paisaje me hacía acordar a la ruta entre Tucumán y Santiago del Estero, o tal vez al monte Tucumano, pero más seco. Y por entre los espinillos se veían una que otra vaca tipo cebú, con la gran joroba, que parece que son bastante resistentes al calor. No me voy a olvidar que un “farmer” de la zona nos dijo que en esa zona se necesitaban 27 hectáreas por cabeza de ganado. Así que obviamente todos tenían miles y miles de hectáreas...

En la ruta muy bien pavimentada nos cruzábamos frecuentemente con dos tipos de “convoy”. De un lado, rumbo al sur y a la frontera sudafricana o a la base naval de Walvis Bay iban los camiones y blindados de la SADF, con su característico color marrón. Confieso que me daba lástima verlos partir así, invictos en el campo de batalla pero derrotados por políticos o por circunstancias históricas. Del otro lado, en sentido contrario, avanzaban vehículos blancos con las letras negras “UN”, tripulados por una combinación de australianos y no sé cuantas otras nacionalidades. Lo gracioso era que la Naciones Unidas habían comprado o alquilado vehículos al ejército sudafricano, por lo que los camiones y blindados eran iguales, pero de distintos colores.

Estos camiones de la ONU se dirigían en la misma dirección que nosotros, más allá de área controlada por los blancos a la zona donde los dueños de la tierra seguían siendo negros y donde la mayoría de los votantes en las elecciones venideras tenían sus viviendas.

Hacía varios días que estábamos manejando en un paisaje mas bien seco y desértico, pero pese a eso me sorprendió cruzar la línea que separaba a los campos de los blancos de las tierras de los negros, los “ovambos” que son la tribu mayoritaria en Namibia. Porque pasada esa línea en el mapa, lo que era escaso se convierte en inexistente. Sólo quedaba la ruta y, paralelo a ella, un acueducto. Nada más. Ni espinillos, ni arbustos, ni cebues, ni nada. ¡Cada tanto un burrito gris clarito hurgando por no sé que raíz! Y unos kilómetros más adelante, ni raíz para burrito había. Ya solo se veían algunas cabras... y la tierra arenosa. Este es el cuadro que recuerdo de este punto hasta la frontera con Angola, a donde llegamos a la ciudad de Oshakati. Hay otra ciudad, Otshivarongo, pero no me acuerdo bien donde queda. En todo caso, eran todas muy parecidas. Tierra, calor, casuchas chiquitas, muchos puestos de venta de cerveza u otras bebidas alcohólicas, alguna que otra misión, católica o protestante, muchas cabras y muchos negros.

Los negros contentos, como siempre. Sonrientes, con los dientes blancos como indica el conocido estereotipo del negro. Y pese al calor agobiante, las mujeres envueltas con frazadas que usan como mochila para cargar a sus hijitos en sus espaldas. Envueltos en esta frazada, sólo asoman la cabeza cerca de la nuca de la madre y un piecito de cada lado de su cintura. Cómo no mueren ambos deshidratados es un misterio que al día de hoy no he conseguido resolver (la verdad sea dicha tampoco he tratado).

Llegar a la frontera de Angola, y pararse en “nuestro” lado del río sabiendo que en algún lugar más allá podía haber cubanos o alguna otra alimaña fue muy emocionante también. Del otro lado del río se veían unas casas o puestos destruidos por lo que parecían fuegos o bombas y nada más. Bernard y yo realmente nos sentimos en ese momento en la primera línea de defensa de lo que quedaban de los valores occidentales en un África cada vez más destrozada y con un futuro cada vez mas negro, literalmente hablando. Pero así como llegamos le dimos la espalda y emprendimos el regreso.

En una nota menos dramática, visitamos el Etosha National Park, un parque nacional gigantesco donde vimos elefantes, jirafas, zebras, kudus, springboks, australianos de la ONU y todo tipo de animales raros. Poco después, retomaba mi avión para Johannesburgo y Bernard seguiría por tierra a la Ciudad del Cabo.

Las elecciones las ganó SWAPO a las pocas semanas, y el barbudo Sam Nujoma fue elegido presidente. Y que yo sepa lo sigue siendo. Y seguramente lo será hasta que se muera o lo maten. Como decían los sudafricanos blancos cuando algún liberal europeo – o peor aún, norteamericano – les hablaba de la importancia de darle el voto a los negros... “one man, one vote... once!” Ciertamente así fue en la Namibia que visité hace más de 15 años.

Alfonso

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