Versos (1) - A la Virgen del Recuerdo

Hay algunos versos que aprendí de chico, que siempre me gustaron. Con el pasar de los años se van borrando estrofas de mi memoria, pero las sensaciones que generaban todavía quedan. En pleno Siglo XXI, nada como Google para pesquisar la web, y con acordarse aunque sea unas palabras, versos olvidados aparecen en pantalla, con la misma fuerza que tenían cuando fueron escritos, con el mismo significado que tenían cuando, más de una vez, me los recitaba a mi mismo una y otra vez.

Los voy a ir buscando y publicando, ya que los considero parte de mi juventud, parte de mi vida.

El verso “A la Virgen del Recuerdo” lo leí por primera vez en una novela del Pe. Coloma cuyo titulo olvido, pero uno de cuyos personajes centrales, un tal Tío Frasquito, nunca podré olvidar. Me acuerdo que en una fiesta – “acto” reflejaría mejor el carácter solemne de la ocasión – de fin de año de nuestro colegio, el Regina Angelorum, el mejor alumno del año (puesto que rotaba generalmente entre los mismos dos o tres chicos) recito este verso. Lo comparto con ustedes porque me parece liadísimo.

Alfonso

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A LA VIRGEN DEL RECUERDO
Por el Padre Alarcón

Dulcísimo recuerdo de mi vida,
bendice a los que vamos a partir...
¡Oh, Virgen del Recuerdo dolorida,
recibe tu mi adiós de despedida,
y acuérdate de mi!

Lejos de aquestos tutelares muros,
los compañeros de mi edad feliz,
¿no serán a tu amor jamas perjuros,
conservaran sus corazones puros,
se acordaran de ti?

Más siento de alejarme una agonía,
cual no la suele el corazón sentir...
¿En palabras de niño quien confía?
Temo... no se que temo, Madre mía,
por ellos y por mi.

Dicen que el mundo es un jardín ameno,
y que áspides oculta ese jardín...
Que hay frutos dulces de mortal veneno,
que el mar del mundo esta de escollos lleno...
¿Por que estará así?

Dicen que por el oro y los honores,
hombres sin fe, de corazón ruin,
secan el manantial de sus amores
y a su Dios y a su patria son traidores...
¿Por que serán así?

Dicen que de esta vida los abrojos
quieren trocar en mundanal festín;
que ellos, ellos, motivan tus enojos.
Y que ese llanto de tus dulces ojos
los causan ellos, ¡si!

Ellos, ¡ingratos!, de pesar te llenan...
¿Seré yo también sordo a tu gemir?
¡No! Yo no quiero frutos que envenenan,
no quiero goces que a mi Madre apenan.
¡No quiero ser así!

En los escollos de esta mar bravía
yo no quiero sin gloria sucumbir;
yo no quiero que llores por mi un día,
no quiero que me llores, Madre mía...
¡No quiero ser así!

Y mientras yo responda a tu reclamo,
mientras me juzgue con tu amor feliz,
y ardiendo en este afecto en que me inflamo,
te diga muchas veces que te amo,
¿Te olvidaras de mi?

¡Ah, no, dulce recuerdo de mi vida!
Siempre que luche en peligrosa lid,
siempre que llore por mi alma dolorida,
al recordar mi adiós de despedida,
¿Te acordaras de mi?

Y en retorno de amor y fe sincera
jamas sin tu recuerdo he de vivir.
Tuya será mi lagrima postrera.
Hasta que muera, Madre, hasta que muera,
¡me acordare de ti!

Tu en pago, Madre, cuando llegue el plazo
de alzar el vuelo al celestial confín,
estrechándome a ti con dulce abrazo,
no me apartes jamas de tu regazo.
¡No me apartes de ti!

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