Cómo limpiaba!!!!!!!

Cuando leía en el diario que el Mayor Mercado había sido pasado a retiro por las críticas al presidente Kirchner publicadas por su mujer, entre muchas cosas que pensé, recordé cómo conocí a Cecilia Pando allá por el año ´83. Nos encontramos trabajando un mes de enero en la Administración de "La Chacra", casa de retiros que el Opus Dei tiene en la ciudad de Bella Vista. Las dos teníamos 15 años y por lo visto no teníamos nada mejor en que ocupar nuestro verano... La Chacra es una casona que fue ampliada para alojar a un centenar de personas en retiros espirituales, convivencias y cursos de verano. La Administración es una propiedad paralela con un staff permanente que se encarga de los servicios de comida, limpieza y esos menesteres. El hecho es que La Chacra funciona como un hotel cuatro estrellas (no califica para cinco por faltarle algunos servicios indispensables para poder postular para la quinta... pero no por el nivel de los servicios que sí ofrece) y la Administración es un lugar impresionante!!! En la misma administración funciona una escuela secundaria de capacitación profesional llamada ICIED (Instituto de Capacitación y Estudios Domésticos... creo recordar que significaba eso...). A esta escuela llegaban chicas del interior del país con la primaria terminada que querían capacitarse para poder trabajar en la industria hotelera y gastronómica... Esas chicas tenían clases típicas del colegio secundario y también clases teóricas de los servicios de un hotel... y como parte de sus prácticas ayudan a las instructoras y administradoras del lugar en los trabajos de La Chacra...

En alguna oportunidad el diario La Nación publicó un artículo atacando al Opus y decían que en el ICIED se explotaba a las chicas pobres que iban ahí a estudiar... Yo estuve ahí tres veranos seguidos y sé, porque lo ví con mis propios ojos, que es una mentira colosal... Esa primera vez que pasé el mes de enero ahí fue impactante... las alumnas que estaban estudiando en la escuela habían vuelto a sus casas para pasar las vacaciones con sus familias y las nuevas alumnas llegaban para adaptarse un poco antes de entrar en el ritmo intenso del año escolar... Ahí aterricé yo... quince años... una chica sanisidrense que nunca había salido de su lindísimo mundo familiar... De un día para otro me encontré con un grupo de 20 chicas llegadas del Chaco, Misiones, Entre Ríos, Tucumán, Salta, Córdoba y Santiago del Estero... Algunas de ellas no sabían cómo abrir la canilla del baño para lavarse la cara porque en sus casas no tenían agua corriente... otras, acostumbradas a andar descalzas por el mundo, sufrían a cada paso de su andar con zapatos... la mayoría estaban asustadas y miraban con desconfianza y miedo a través de sus ojazos negros... Había una chica que venía de Santa Fe, rubia y con dos cachetones colorados como manzanas que se reía todo el tiempo... se llamaba Mariela y era simpatiquísima! Si bien yo tenía apenas un par de años más que las alumnas, me llamaban "señorita" y yo estaba entre el grupo de las administradoras, dormía sola en un cuarto y no usaba uniforme.

Yo no me sentía más confiada que ellas... y mis conversaciones con Cecilia eran las de dos aliadas en medio de una situación desbordante... Nos levantábamos muy temprano y pasábamos en malón a limpiar "la residencia"... éramos un ejèrcito de hormiguitas que limpiaba en silencio la casa... aprendí a pasar esas enceradoras gigantes que se usan en grandes edificios... con un solo cepillo de medio metro de diámetro!!! y los pisos quedaban brillantes como mármol pulido... No teníamos mucho tiempo para charlar ni para comentar (me acuerdo de pasar la gamuza por mesas y estantes y mirar los títulos de los libros y pensar "qué hago yo acá limpiando esta casa??")... todas las actividades tenían un tiempo asignado y no podíamos salirnos del horario sin retrasar el trabajo de otras personas... Una vez me encontré parada en el pasillo, abrazada al palo del escobillón con Cecilia... las dos nos miramos y empezamos a bostezar!!!! no dábamos más de sueño y recién eran las 10 de la mañana!!! y no había ni la más mínima posibilidad de dormir una siesta!!! Pero teníamos 15 años y no nos morimos de cansancio... Hoy ella defiende su libertad de expresión en Paso de los Libres, es maestra y madre de 7 hijos...Yo, sigo bostezando al limpiar, y soy madre de 3...

Volviendo al trabajo... terminábamos la limpieza, organizada y sistematizada, de cuartos y baños individuales, zonas comunes, pasillos, bibliotecas, etc. en una casa donde se alojaban 80 hombres durante el mes de enero... y seguíamos trabajando en el office, el lavadero o la misma casa de la administración... Confieso que me encantaba ir al lavadero o al planchero... ahí al menos mientras trabajábamos podíamos conversar!! Una máquina gigantesca con rodillos planchaba sábanas toda la mañana... una mujer bajita, de piel bien oscura, conversadora y comprensiva de nombre "Marga" batía todos los records de planchado y doblado de camisas!!! Minuto y medio por cada una!!!! Y no le quedaba ni una mínima arruga a la camisa... Ella me enseñó a doblar medias de hombre (como lo vi hacer a Jeeves en la serie cómica inglesa!!) y así se las doblo a mi marido al día de hoy... También me enseñó trucos para planchar bien los pantalones y cuáles llevaban raya y cuáles no... En el office secábamos cubiertos de 100 personas o más!!!! tenedores, cuchillos, cucharas.... y poníamos la mesa y la sacábamos... Yo quería ir a la cocina!! pero mi falta de experiencia me mantenían lejos del Sancta Sanctorum... eso sí, en ese enero tórrido lo más lindo era encontrar una excusa para entrar en las cámaras frigoríficas... hasta que me encerraron en una para hacerme un chiste!!! me asusté! y Nora, la instructora a cargo del office, me enseñó cómo prender la luz y abrir desde adentro la puerta (hasta tenía una alarma en caso de que se trabara la heladera con alguien adentro!!)... Mientras los hombres estaban en el comedor en el office se trabajaba en silencio (dentro de lo que se puede, no?) y las bandejas con comida pasaban del calientaplatos al distribuidor por unas ventanas y las "doncellas" que servían la mesa se las llevaban. Los días comunes las chicas usaban uniforme azúl... pero los días de fiestas salían al comedor luciendo uniforme negro de manga larga, con cofia, delantal y guantes blancos... estaban divinas! y realmente eran muy competentes porque cambiar los platos para servir el postre usando guantes no es nada fácil!! Por no hablar de sostenter los cubiertos al ofrecer la fuente para servir la comida...

Cuando yo llegué ese año, Isabel Peltzer era la directora del ICIED y en muy poco tiempo le dio a la escuela un gran empuje de profesionalismo... hizo contactos con hoteles importantes para que las chicas al terminar sus estudios pudieran hacer sus prácticas profesionales en esos hoteles y no sólo en La Chacra, y así pudieran ampliar sus contactos y forjar una mejor carrera profesional... Me acuerdo de un par de chicas que partieron a La Mansión del Hyatt... terminaron su pasantía y cuando les llegó la hora de terminar el Hotel no sabía cómo hacer para retenerlas!! eran muy competentes, discretas, honestas, trabajadoras y además les gustaba lo que hacían!!!

Después de un mes de intensísimo trabajo en una empresa altamente organizada (eso era la pura verdad) volvía a casa con ganas de implementar todo lo que había aprendido... sin el más mínimo criterio de prudencia para distinguir entre un hotel y una casa de familia... la paciencia que me tenía mi madre!!!!!!

Fueron tres veranos en los que pasé el mes de Enero en el ICIED... con Cecilia sólo coincidí el primero... y después empecé mi carrera universitaria y no volví más... Pero unos años más tarde, habiendo terminado mis exámenes de Diciembre me pidieron si podía acompañar a una de las estudiantes del ICIED a su casa... Una muestra más de cómo se cuidaba a las chicas: no iban a mandar a una chica de 13 años a su casa sola en ómnibus... Así que partí rumbo a San Javier (Prov. de Entre Rios, creo....) En Paraná hicimos un cambio de ómnibus y nos subimos a un colectivo común.. bueno, común... era como de película, con gallinas y todo... Llegamos al pueblo y a la casa de la chica... me invitaron a almorzar en una galería de piso de tierra apisonada y techo de chapa... pasé la tarde caminando por la costa del Paraná y traté de llamar a Buenos Aires... el locutorio local (único teléfono del lugar) todavía funcionaba con una operadora que conectaba distintos cables en un tablero que ocupaba la pared... A la tardecita me subí al colectivo y en medio de la noche (confieso que estaba congelada y muerta de miedo) me subí a un ómnibus que me devolvió a territorio conocido.

Cuando miro para atrás pienso que esos meses fueron un disparate... pero yo me lo tomaba con sentido práctico, aprendía mucho (de cosas que quizá a lo mejor me servían en mi carrera de Filósofa, jajaja) y ganaba unos pesos para pagarme mi propio curso de verano en otra casa mucho menos fina a donde íbamos las chicas jóvenes del Opus en esa época (casa que ahora está demolida o abandonada.... tema para más recuerdos... esos cursos de verano... donde yo me desmayaba de los nervios... qué hacía yo ahí?????)

Dolores

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