Viaje a lo desconocido

Buenos Aires / San Diego, 1 y 2 de abril 2002

Después de conseguir las valijas permitidas, metí todo lo que pude en ellas y lo que no entró fue regalado a otras personas. Quería llevarme todo y sólo me entraba la ropa. Papá me regaló las millas que venía acumulando desde hacía años y Alfonso y Estela los dólares para el pasaje de Alfonsito. Saqué pasaje para el 1 de abril a la noche.

Había llegado el momento de partir...

Fuimos a Ezeiza en dos autos: mamá, papá, los chicos y yo en uno, Estela, Alfonso y Estela (h) con las valijas en el otro. Al llegar nos enteramos de que mi vuelo se había cancelado por “desperfectos técnicos” y en vez de viajar Baires-NY-San Diego, podía hacer Baires-Miami-Dallas-San Diego. El panorama de cambiar tres veces de avión y corretear por tantos aeropuertos me parecía aterrador... pero no tenía opción... Victoria estaba excitadísima, Alfonsito ausente (yo igual que él), mis suegros llorosos, Estela muda, papá y mamá tensos. Todos hacíamos esfuerzos para hacer más llevadero un momento tan doloroso. Con Estela le pusimos a Alfonsito un arnés (que ella había hecho) para no perderlo en las muchedumbres. Junto a la puerta nos dimos abrazos, besos, miradas.... Y con la espalda derecha y la frente alta avancé por la puerta de embarque...

Nos subimos al avión, encontramos nuestros asientos (fila de 5 asientos y los otros dos vacíos!!!) y Victoria empezó a investigar todos los botones para manejar la tele de su asiento. Cinturones de seguridad... y el avión empezó a carretear por la pista. En ese momento, al sentir que las ruedas perdían contacto con el asfalto ví que mi vida quedaba atrás y un desgarro fuerte hizo brotar las lágrimas que llevaba conteniendo durante tanto tiempo... Abajo quedaban mi pasado, mi familia, mis amigos, mi ciudad, mi vida... Y el avión seguía subiendo... y subiendo... con la fuerza enorme que lo empuja hacia las nubes...

Yo llevaba un bolso grande, casi como mi panza de avanzado embarazo, con mil entretenimientos para los chicos... pesaba una tonelada... y no lo abrí en todo el viaje!!!!!!!!!! Los chicos estaban super entretenidos con lo que los rodeaba. Victoria no paraba de hablar y de descubrir asombrada cuanta cosa tenía alrededor. Alfonsito durmió todo el vuelo, al pobre le molestaban los oídos, igual que a mí. Como era de suponer yo no dormí nada. Estaba demasiado nerviosa... A dónde iba con mis tres hijos? Qué me esperaba en el futuro? Estaba haciendo lo correcto??? Sólo me mantenía en pie la imagen de mi rey esperándome al final de la travesía.

Al llegar a Miami empezó una terrible pesadilla... Yo había pedido asistencia con el equipaje, porque con dos niños, embarazada de 6 meses, bolso enorme de mano y cinco valijas, todo el operativo me resultaba imposible! Al bajar del avión me esperaba un señor con una silla de ruedas!!!! Al ver que yo podía caminar me dejó y se fue!!! (previa indicación de la ubicación de las oficinas de migración). Fui a entregar las tres enormes carpetas que me habían dado en la Embajada con toda nuestra información. Las deposité en el mostrador y la empleada, única persona presente a las 4 y media de la mañana, me dijo que en dos semanas me llegarían las “green cards” a mi casa. Terminado ese trámite me dirigí a buscar las valijas para hacer “aduanas”... No había nadie, ninguna persona, en los alrededores de las cintas... sólo mis cinco valijas... miré y miré y finalmente encontré a un hombre de American Airlines... “sorry m'am... I`m busy!”... busqué y busqué… nadie… Los chicos tenían cara de dormidos y cansados… yo sentía mis nervios tensos... finalmente me senté sobre una de las valijas y empecé a llorar... yo no puedo!! Se me acercó una mujer de American Airlines (la peor compañía de aviación de mi cortísima experiencia!!) y me empezó a consolar. Cuando le dije lo que había pasado, la “confusión” con el tema de la asistencia con el equipaje, comentó “son unos bestias... cómo le hacen esto!” Ahí me di por enterada de que era portorriqueña y hablaba perfecto castellano. Ella fue a buscar a un negro que arrastraba un carro gigantesco, donde pusieron todas las valijas y me dijo: “él se ocupa!”... Gracias...

Llegamos al control de seguridad. Bolso y niños pasaban por RX, yo no. El bolso era demasiado grande, Alfonsito se negaba a pasar sin mí, y las encargadas de seguridad se tomaron el “palpe” demasiado en serio... Finalmente cruzamos ese obstáculo y me separaron de la muchedumbre (que apareció de golpe) para sacar 4 tijeras que había en mi bolso... una de las cuales (arma letal!!) era para cortar las uñas del bebito.. con una hoja de medio centímetro y punta redonda... (seguro que puedo secuestrar mil aviones con esta poderosísima arma!!!). “Quiere declarar esto y retirarlo al llegar a destino?”... Contesté con un correcto “no thank you!” mientras pensaba (cariño, cométe las tijeras!!!). Finalmente subimos al avión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Esta vez tuve menos suerte. Primero, nadie me ayudó a subir el inmenso bolso al compartimiento del equipaje. Segundo, Alfonsito tenía que ir sentado sobre mi falda... Más horas volando por el aire... Antes de aterrizar volví a controlar la siguiente puerta de embarque. Por suerte en Dallas no tenía que hacerme cargo de las valijas.. Dios mediante, estarían esperándome en San Diego... Además de chequear en mi pasaje, controlé en el monitor de mi asiento el número de la puerta. Bajamos del avión, y con el tiempo bastante justo para hacer la siguiente conexión, empecé a caminar a paso rápido por los interminables pasillos del aeropuerto de Dallas. Todos los carts que nos pasaban iban llenos... y seguíamos caminando. Victoria se quejaba, estaba cansada... Alfonsito se paraba delante de mí y estiraba los brazos para que lo levantara, mi panza se sentía cada vez más grande y pesada... y seguíamos caminando y mirando el reloj. Finalmente un autito nos levantó y nos llevó a la puerta. Cuál no fuera mi sorpresa y desagrado cuando leí “San Juan de Puerto Rico” sobre MI puerta... “sorry m'am, a mistake!”

Otra vez a correr… nos subimos a todas las cintas que había... Vic protestaba suavemente y yo le pedía un esfuerzo... me acuerdo de estar pensando “cuando esta chica crezca le voy a contar lo bien que se portó, el esfuerzo grande que hizo y cómo me ayudó conservando el buen humor!” Ni una lágrima, ni un grito.. Los chicos estuvieron sensacionales!!! Yo seguía mirando el reloj. Al final mi ansiedad y angustia se transformaron en ira. Y me paré frente a uno de los cientos de mostradores de AA y le dije a la señorita de azul que ELLA tenía que solucionar el problema... Estaba por perder mi avión por un error de ellos, así que... Cinco minutos de espera y apareció otro golf cart que me depositó, esta vez sin errores, en la puerta de embarque hacia San Diego. No dábamos más!!!

Los aviones eran cada vez más chicos. Pero esta vez nos tocó asiento a todos y Victoria se sentó al lado de la ventana. Vuelta a despegar... y subir y subir y subir... Ya no sabía qué hora era... habìa cambiado mi reloj dos veces, para adelante y para atràs... sólo sabía que llevaba casi 30 horas sin dormir y sin comer,,, estaba agotada, nerviosa, asustada... pensaba en Alfonso y no veía la hora de llegar... Nuestra maratón a lo largo y a lo ancho de América estaba por llegar a su fin...

Ya cerca de nuestro destino final vi algo por la ventana que me impresionó. En medio de un desierto todo amarillo, había un gran cuadrado rodeado por una acequia, compuesto por muchos cuadraditos de distintos tonos de verde. Parecían azulejos... Obviamente eran cultivos... en medio del desierto....

Una hora después volábamos sobre San Diego y vi desde el aire el Océano Pacífico por primera vez...

Empezamos a bajar, exhaustos los tres... Victoria arrastraba su mochila y yo el bolso de mano con mi impermeable (qué útil fue traerlo!!... En tres años lo usé una sola vez!!!! jajajajaja) La puerta de salida estaba en el primer piso. Avanzábamos por un inmenso pasillo que tenía una baranda de vidrio que daba el gran lobby del aeropuerto. Y en eso vi a mi queridísimo y añorado marido, saludando, moviendo la mano tranquila y suavemente. Tenía puesto el sweater verde con ochos que le había tejido su mamá... Nos subimos a la escalera mecánica que nos llevaba abajo y... Vic vió a su papá!!! Alfonsito lo abrazó en silencio y lo miraba.... Y yo no podía dejar de tocarlo, como si fuera a desvanecerse en el aire, como en un sueño.

HABIAMOS LLEGADO Y ESTABAMOS JUNTOS OTRA VEZ!!!!! Qué bueno!

Yo iba mirando todo por la ventana del auto (capítulo aparte) tratando de asimilar toda la información posible y hacía mil preguntas... Después me callé y empecé a pensar: qué hacía yo en USA? Quién me hubiera dicho alguna vez que iba a terminar viviendo acá? Y acá estaba... sería este país un lugar hostil o amigable?? Llegamos a lo de Claudia y Paolo y al estacionar vi un gran cartel “Welcome, Delores”... Alfonso me contó que lo había puesto Marty Lynch, una vecina de Claudia... “Definitivamente este país no parece hostil!” Y me bajé del auto para saludar a mi amiga que me daba la bienvenida, bebe en brazos, con su enorme sonrisa...

Dolores

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