El Gran Éxodo: De La Rioja a Tenerife

Por todo el mundo... 1970 a 1990

Es bueno aclarar que cuando me refiero a la TFP a lo largo de mis recuerdos, me refiero no tanto a la asociación sin fines de lucro con estatutos constituidos legalmente en muchos países – estatutos que ni yo ni 99% de sus miembros leímos – sino al conjunto de personas que formaban parte de lo que se consideraba una gran familia de almas que, inspiradas por Plinio Correa de Oliveira, luchaba lo que definían como la “contra-revolución”. Esta familia no tenía estatutos ni reglas escritas, por lo que era campo fértil de interpretaciones, politiquería, leyendas, desvíos y abusos que siempre podían ser desautorizados si fuera necesario. Como tantas instituciones humanas, la TFP tomaba el crédito de los actos de sus miembros que consideraba útiles, y se lavaba las manos de los que no le gustaban.

Ya mencioné antes la creencia, común en la TFP, de la inmortalidad de Plinio. Así como esta, había varias teorías y creencias de lo más interesantes. Una de ellas era el llamado Gran Éxodo.

Para entender el Gran Éxodo, hay que entender que con el pasar de los años la TFP se fue aislando cada vez más de la sociedad en la que vivía. Al principio, por ejemplo, un joven universitario con intereses anti-comunistas, podía compatibilizar una carrera y hasta una vida de familia, con seguir sus ideales por el camino que la TFP sugería. Y esa era la norma a principio de los años 60, por ejemplo.

Pero con el pasar del tiempo, la TFP no se conformaba con ser un jugador más en la lucha anticomunista. Empezó a verse como el último bastión del bien en un mundo cada vez más corrupto. Es más, empezó a verse como lo único que quedaba sano dentro de la misma Iglesia, que, invadida por el “humo de Satanás” según las famosas palabras de Pablo VI, se había reducido a una mera “estructura”, vacía de contenido y al servicio de la Revolución. Obviamente, esto llevaba la lucha a una nueva dimensión, donde había poco lugar para “amateurs” que quisieran combinar la vida “en el mundo” con la misión casi apocalíptica del grupo. Una lucha así sólo podría ser llevada a cabo por almas dedicadas, que hayan entregado todo a la causa. Ahí surge la vida comunitaria, los votos imitando a los de la vida religiosa, y un complejo de superioridad que nos llevó a ver a cualquier otro grupo conservador como la “falsa derecha”, ya que la única verdadera éramos nosotros.

Uno de los corolarios de esta actitud, eran los sueños de Gran Éxodo que cada tanto adquirían mayor o menor relevancia. Cuando se hablaba de Gran Éxodo se hablaba de la idea de retirarse del mundo a algún lugar alejado de las grandes metrópolis, un lugar donde la TFP y sus simpatizantes pudiese recluirse a la espera del gran castigo divino (la “Bagarre”) que limpiase la faz de la tierra de la Revolución y todos nuestros enemigos. Una vez cumplido este detalle, la TFP podría salir de este lugar recluido, y continuar su lucha apostólica y asumir el lugar de honor que le correspondía en una sociedad ordenada. Ese era el plan. Pero a diferencia de la creencia en la “Bagarre” que era “dogma de Fe” dentro de la TFP, el Gran Éxodo era una teoría más marginal y abierta al debate, y era común ver una oscilación entre las ganas de retirarse y abandonar todo y el llamado a la acción pública que impedía abandonar el entorno del mundo moderno.

El primer recuerdo que tengo del tema fue a mediado de los años 70, cuando Tío Cosmín, Tío Carlos y me parece que Luis Mesquita hicieron un viaje exploratorio a La Rioja y Catamarca para mirar tierras que reunieran las características necesarias para albergar a toda la TFP hasta el momento propicio. Me acuerdo todavía de unas fotos de los tres parados frente a uno de los infaltables Ford Falcon, rodeados de espinillos y unas montañas de fondo. Pero la idea no prosperó, y yo era muy chico para saber los detalles.

Años después, varios miembros de la TFP en Brasil compraron tierras en el Amazonas, y durante un tiempo también se barajó la hipótesis de que el Gran Éxodo podía ocurrir en la dirección del Amazonas. ¡Gracias a Dios no pasó nada! ¡Solo pensar en el calor y la humedad me deprime!

Como siempre, la TFP Americana tenía su propia variante del tema Éxodo. Me acuerdo que me impresionó la primera vez que fui al Estate de la TFP en New York State y me mostraron en el sótano de la casa un lugar, que en mejores épocas había sido una bodega, llena de bolsas de plástico con agua, “para tomar en caso de ataque nuclear”. También había filtros de aire que teóricamente impedirían la entrada de aire radioactivo al sótano, donde nos tendríamos que refugiar en caso de ataque nuclear ruso contra Nueva York. Y, obviamente, había un veterano de la guerra de Vietnam, Tim Reese, que era radio-aficionado y era el que nos iba a mantener al tanto de cómo el mundo se recuperaba del invierno atómico... Gracias a Dios, esto tampoco pasó, y no tuvimos que probar el agua ni respirar el aire purificado por filtros de dudosa calidad.

Poco a poco se habló cada vez menos del Gran Éxodo. Y lo interesante es que, la última gran tentativa de preparar un Éxodo fue llevada a cabo por mis padres... ¡aunque nunca lo hubieran sabido!

Esta es la historia: Algo que siempre me pareció una gran arbitrariedad fue cuando les pidieron a papá, mamá y Estela que se fueran de Estados Unidos, donde se habían instalado hacía muchos años, y llevaban una vida más o menos agradable. Y repentinamente llegaron órdenes desde San Pablo, Brasil, para que se vayan a Filipinas... no, perdón, Tenerife. Exactamente. Así de confusas fueron las órdenes, y yo siempre creí que la orden hubiera sido más honesta si decía simplemente “queremos que se vayan de Estados Unidos”, donde Luiz Antonio Fragelli toleraba cada vez menos la presencia de papá. No sé bien por que complejo de inferioridad, Fragelli se sentía amenazado en su autoridad, y consiguió apoyo de Plinio en San Pablo para sacárselos de encima a mis padres. Como buen brasilero, siempre con una sonrisa en la boca y muy amable...

Así fue que mis padres y hermana se fueron a Tenerife. A mí Joao Clá ya me había sacado de Estados Unidos anteriormente, cuando me preguntó si me interesaba irme a Africa del Sur, a ayudar a mi amigo Juliernes a armar las oficinas de la TFP en Johannesburg. Confieso que me fui con gusto, ya que la TFP Americana es esa época estaba convirtiéndose cada vez más en una sucursal de Sao Bento y Praesto Summ, lugares que nunca me gustaron demasiado. Tan disparatada me parecía la idea de tener a mis padres en Tenerife, que no paré de hacer “lobby”, como se dice hoy, hasta que los traje a Sudáfrica desde donde, eventualmente, volvieron a Argentina. Pero la pregunta siempre que quedó picando en la cabeza: ¿Porqué los mandaron a mis padres a Tenerife? (En la foto con mi hermana en Tenerife, 1985).

Pasaron los meses (creo que fueron años) y un día nos encontramos los seis en Sao Pablo, Brasil. Papá, mamá, Estela, Carlos, Luis y yo. La oportunidad era un Congreso para amigos y simpatizantes de la TFP (les decían “esclarecedores”) al que logramos cada uno viajar de distintas partes del mundo. Hacía siglos que no estábamos todos juntos, y yo comparé el encuentro en aquel entonces al alineamiento de los planetas, ya que pasaba muy rara vez. Tuvimos oportunidad de vernos, conversar, y sacarnos fotos grupales, y hasta tuvimos una audiencia privada con el Dr. Plinio (también fotografiada) cuando por primera vez la familia entera se juntó con este hombre que tan profundamente afectó las vidas de todos nosotros.

La conversación tuvo lugar en su despacho en la “Sede del Reino de María”, una gran casa en el barrio de Higienópolis (que nombre tan brasilero...) en San Pablo. El Dr. Plinio habló con nosotros de varias cosas, siempre tan amable y caballeresco. Pero yo estaba adelante del fundador, el jefe máximo, y no iba a dejar pasar la oportunidad de pregunarle algo que me venía carcomiendo la cabeza hace tantos años. Y sumando coraje hice la pregunta: “Cuál era la misión, o que esperaba él de la presencia de mis padres en Tenerife”.

Después de elogiar la innegable abnegación y generosidad de mis padres que aceptaban “la voluntad de Nuestra Señora” y siempre estaban dispuestos a sacrificarse, nos dijo que al viaje de mis padres a Tenerife había que entenderlo en el contexto del Gran Éxodo. Que Tenerife era un lugar muy propicio, a donde todas las TFPs del mundo se podrían congregar en caso de que sea necesario retirarse hasta la victoria final. Y que, dentro de Tenerife, mis padres podrían identificar lugares, bla bla bla...

Hasta aquel momento, yo siempre había deferido a las virtudes e inteligencia de Plinio, y cuando notaba algo que no me gustaba, prefería centrarme en mis propias ineficiencias y debilidades y suponer que el que estaba mal era yo. Cuando lo oí hablar sobre Tenerife esa noche, cuando lo oí “versear” de esa manera (para no decir mentir) sobre el Gran Éxodo, hubo algo en mi respeto y admiración por él que se quebró y nunca volvió a ser el mismo. Dudas, inercia, miedo... lo que sea que me mantuvo en la TFP por un par de años más ya no era suficiente para retenerme definitivamente, después de que esta relación de respeto y veneración se rompieron esa noche.

Y así fue que la búsqueda estéril del Gran Éxodo termino traduciéndose para mí en la vuelta, sino a la “Tierra Prometida”, a la realidad de un mundo en el que – pese a sus defectos y problemas – hemos sido puestos para luchar, en el día a día, con actos y con el ejemplo. Un camino tal vez menos grandioso y menos dramático que las visiones de castigos apocalípticos o éxodos bíblicos. Pero un camino correcto. Al menos para mí.

Alfonso

Comentarios

ROYAL ESTUDIO dijo…
Me honró recibir una charla del Dr. Cosme (Quito-1978), en nuestras épocas de colegio, dirigida a Javier P., hoy petrolero y golfista, al Cap. Ricardo V., quien falleció saltando en un paracaídas, luego de luchar en la selva contra el ejército peruano y recibir medalla al heroísmo)y yo.

Sé que luego de dicha reunión el Dr. Cosme le comentó al Sr. Juan Miguel Montes que había resultado para él agobiante el hecho de que no hubiésemos objetado nada, que en Argentina habría sido totalmente opuesta la reacción de cualquier asistente a una charla así.

Lo que puedo decir es que nos pareció tan excepcional que más bien fue sentar cátedra, ¿qué íbamos a objetar?, peor aun a preguntar respecto a una exposición tan clara e inteligente.

Ese don de inteligencia y aristocracia, común a los Beccar Varela hace extrañar sobremanera la aceptación de todo lo que cuenta en esta parte del blog, coincido con lo escrito, es más me identifico totalmente con el proceso ahí (casi) graficado.

Entiendo que el blog está dirigido a amigos y familiares. Es irresistible no leerlo, releerlo y comentar, mil perdones por la impertinencia.

Además, no conozco a nadie que se atreva a poner esto al público y lo que es mejor, de modo incontestable y ameno.

El cambio de rumbo de la TFP en cierto momento y todo lo que se lee en el blog hace pensar que el liderazgo en el grupo se fue de las manos correctas, eso fomentado por la ambigua posición del presidente que ni al morir tomó partido, cuando su obligación era poner las cosas claras.

Recuerdo que en una de las famosas palabrinhas que el Dr. Plinio solía conceder y que me dió, le hice un cuestionamiento similar, respecto a una de esas campañas que de la noche a la mañana se suspendió y que yo le dije que más me parecía una presión interna que algún hecho externo, ¿no era cierto que un grupo de personas cohesas en torno a un ideal es invencible? Su profética respuesta fue:

¡Cómo se nota que la lógica de los helenos no es un don de los suramericanos! Para luego decirme: vocé é inteligente, nao muito inteligente, mais inteligente...

Me remito a la maniobra del señor Fragelli para "promoverlos" ¿removerlos? a alguna parte del planeta, más conveniente.

Por otra parte es raro que los seguidores del P. Clá hayan hecho todo lo que hicieron a fin de quitarles la tenencia y uso del nombre a los de Tradición Familia y Propiedad, para luego ellos no usarlo, se parece a aquello del perro del hortelano: ni come, ni deja comer, o si se quiere a lo de Camilo José Cela en su curul del Parlamento Español concedido a él por su notable historial literario:

-Oiga usté respete el parlamento está dormido.

-No estoy dormido estoy durmiendo.

-No me tome el pelo, ¿cual es la diferencia?

-Pues la misma que hay entre estar jodido y estar jodiendo.

En algún momento y si me lo permite le cuento un hecho tragicómico acaecido con el Dr. Luiz, cierto sacerdote y los consejos que al respecto me dió Vasco da Costa, con quien me escribo con frecuencia.

Él fue secuestrado y torturado por el gobierno de Chávez, encuéntrese en algún lado "solidaridad" de parte de sus antiguos amigos, en el caso ni griegos, ni troyanos, vale decir: ni TFP, ni Heraldos del Evangelio...

Y eso que durante décadas, nos consta, fueron los paladines del anti socialismo en Iberoamérica.

Saludos cordiales,

Patricio Padilla Saavedra
Vagoneto dijo…
Estoy devorando tu blog, Alfonso. Y esta entrada en particular me ha resultado muy evocadora ya que trae a mi memoria el momento del inicio de mi "separación" del grupo.

Recuerdo perfectamente el instante de la "puntilla", el milisigundo en que mi mente se clarificó. Y, curiosamente fue en circunstancias similares a las tuyas, en mi única "audiencia" con el Dr. Plinio. Él vino de visita a España, no recuerdo el motivo, la verdad, sólo recuerdo que se organizó una recepción en el Parador de Ávila, era costumbre que los "nuevos" preguntáramos algo. Recuerdo que yo le pregunté si cuando empezó su labor llegó a imaginar que la TFP llegaria tan lejos´; él contestó que su ilusión es que hubiera llegado mucho más lejos, que su visión era mucho más grandiosa (un exagerado "Noooooooosa" salio de las bocas, corazones y casi estómagos de los veteranos); acto seguido empezó a glosar su visión, su lucha en solitario, haciendo incapié en sus logros, su fuerza de voluntad etc, etc. Nada que objetar salvo una cosa, un viejo dicho castellano que mi madre me soltaba de cuando en cuando: "el hombre, para ser hombre, necesita tres partidas: hacer mucho, decir poco y no alabarse en la vida". Mientras escuchaba aquel discurso las palabras de mi madre martilleaban mi cerebro. Lo extraño del caso es que algo debió traslucirse a mi rostro ya que, en un momento dado, él interrumpió su magnífico relato (era un gran orador) y me preguntó "¿va bien?" yo mentí: "fenomenal".

Da qué pensar que fuera el momento de conocer al Dr. Plinio justo el que desencadenaría la reacción que llevaría a mi alejamiento de él y de su obra.

Rafael Lario

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